Las incrustaciones dentales se utilizan cuando existen destrucciones dentarias extensas (por ejemplo: por una caries o un traumatismo), consiguiendo así recuperar la estética, la forma y la función completa de la pieza dental.
Existen tres tipos diferentes de incrustaciones, dependiendo del nivel de deterioro del diente:
〰️Incrustación Inlay: es la más sencilla, ya que no hay que reparar la cúspide dental. Nos referimos a la punta o relieve de la corona del diente.
〰️Incrustación Onlay: se utiliza para restaurar la cúspide funcional, la parte horizontal del diente con la que, generalmente, masticamos.
Incrustación Overlay: se lleva a cabo para restaurar y, posteriormente, cubrir toda la cúspide del diente.
〰️La incrustación es una técnica que está dirigida a las personas con unos dientes dañados, pero que todavía no han desarrollado caries graves o trastornos más severos.
Se recomienda someterse a este tratamiento cuando:
🔹Sufrimos una caries o fractura demasiado grande para recurrir a la reconstrucción dental.
🔹Las paredes dentales están debilitadas a causa de una endodoncia.
🔹Se retiran grandes empastes metálicos.
Por el contrario, no podremos someternos a una incrustación dental en los siguientes casos:
🔸Cuando la pieza dental en cuestión haya sufrido restauraciones previas.
🔸Cuando tenga una forma anómala.
🔸Cuando el diente actúe como retenedor de una prótesis fija.