Cuando es necesaria la extracción de un diente o se ha perdido una o varias piezas, el especialista recurre a los implantes dentales. Estos son una opción segura y duradera para hacer de los dientes que se tenían originariamente. Además de cumplir una función estética, también son funcionales. Es decir, ayudan a que la mordida sea adecuada y mantienen una salud bucal correcta.
Hoy en día, existen dos tipos de implantes dentales que se diferencian por el material con el que están hechos: de circonio y de titanio. Como todo, cada uno tiene sus ventajas y serán las diferentes características biológicas de cada paciente las que indiquen uno u otro material.
Implantes dentales de titanio
El material más utilizado para los implantes es el titanio. Son muy biocompatibles y resistentes a la corrosión en medio biológico además de tener excelentes propiedades que favorecen la osteointegración. Este procedimiento se da mediante una unión mecánica a través de la cual las células óseas se adhieren a la superficie del implante. Así es como, de forma progresiva, la pieza logra su fijación al maxilar.
Las superficies con rugosidades microscópicas en implantes dentales de titanio han demostrado obtener un excelente rendimiento en estudios clínicos. Estas superficies dentales obtienen mejores propiedades de osteointegración en comparación con las superficies lisas y pulidas.
Implantes dentales de circonio
El circonio es un material metal-cerámico extremadamente duro y resistente. Tiene características semejantes al titanio y también es biocompatible. Se utilizaba para fabricar brackets, muñones para después de una endodoncia o para puentes y coronas dentales.
El circonio no es un metal, por lo que favorece la ausencia de reacciones alérgicas a metales y es mejor aceptado por nuestro cuerpo en estos casos. Al ser de color blanco, se mimetiza muy bien con los dientes originales y, siempre que la higiene bucal del paciente sea óptima, tiene una gran durabilidad.
Además, este material impide que se cree placa bacteriana a su alrededor, resiste la corrosión de los ácidos y no sufre ningún problema ante los cambios de temperatura.
Estos implantes se utilizan en pacientes que tienen una alergia al titanio o que su máxima preocupación sea la estética cuando hay que rehabilitar dientes perdidos en la zona anterior.
El procedimiento que se utiliza para colocar estos implantes se llama biointegración: una unión química producida gracias a una capa formada entre las superficies del implante y del hueso. Esta adherencia es más rápida que la osteointegración.
El circonio se conoce desde hace ya bastantes años, pero ha estado en desuso ya que la superficie lisa de los implantes de este material no favorecía la osteointegración. Actualmente se utilizan procedimientos para fabricar los implantes que permiten conferir una forma microrugosa que corrige el defecto anterior. También tardaron en comercializarlos por problemas en la conexión entre el muñón y el implante.